Informe completo de la revista RAYA
Por: Edinson Bolaños
Planes de desestabilización, invasión al espacio aéreo y marítimo, seguimientos a políticos colombianos y venezolanos y a funcionarios de la Embajada del vecino país. Revista RAYA tuvo acceso a otro centenar de documentos en los que se devela que los espías colombianos, incluso, entraron al consulado venezolano en Cartagena a robar documentos.
La operación de espionaje y desestabilización contra el Estado venezolano llevaba por nombre proyecto “Génesis” y la hipótesis de guerra contra Venezuela “Blanco Z2”. Los organismos de inteligencia colombianos realizaron espionaje sin orden judicial y en contra de la ley nacional de Inteligencia, creando de esta manera un escenario de Guerra Fría entre los dos países.
La infiltración, espionajes y los planes de desprestigio ejecutados contra el cuerpo diplomático y el gobierno venezolano son apenas la punta del iceberg de toda la trama que se tejió contra Venezuela desde el exterior por parte de los gobiernos de Iván Duque y Donald Trump.
Duque y Trump revivieron la Guerra Fría
El organismo de inteligencia colombiano tenía 28 fuentes dentro de las fuerzas estatales de Venezuela. Desde un General de Brigada del estado Mérida quien fue orientado para conseguir más objetivos cooperantes al interior de los uniformados. Esta red de informantes la integraba coroneles, tenientes, tenientes de navío, tenientes de fragata, sargentos, cabos, oficiales de la Armada Bolivariana, miembros de la Policía y miembros de las Milicias Bolivariana.
Extrajeron los detalles más íntimos del vecino país, como el estado del Sistema de Defensa Aeroespacial y los planes de instrucción y entrenamientos, en caso de que hubiese una sublevación militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) o en caso de una invasión militar por los Estados Unidos, que no estaba descartada según los documentos de la inteligencia militar de Colombia.
El nivel de infiltración militar que Colombia tenía en Venezuela era tal que lograron acceder a los principales ejercicios y maniobras ejecutadas en diferentes regiones de ese país. Uno de los reportes en las carpetas de “Génesis” del 10 de febrero de 2019 advierte, por ejemplo, la locación exacta de maniobras militares a 30 minutos de Caracas: ”El Buque de Desembarco Anfibio T61 “Capana”, se encuentra atracada en la Estación Principal de Guardacostas la Guaira (EPGLG)”.
A través de una de esas fuentes los espías colombianos también tuvieron acceso a un documento interno remitido por el mayor general Juan Manuel Texeira Dias, comandante de la defensa Aeroespacial Integral, al director general de Armas y Explosivos, Jesús Antonio Carrera Mora. En él, Texeira le solicitaba “la asignación de 25 misiles antiaéreos portátil de denominación I-GLAS, a la Brigada Especial de Protección y Aseguramiento Presidencial para ser empleados en la protección del ciudadano Nicolas Maduro Moros, presidente de Venezuela y comandante de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB)”, dice el oficio del primero de marzo de 2019.
Para abril de ese mismo año las fuentes de la FANB enviaron desde Caracas un mensaje a la inteligencia colombiana sobre el estado de los generales y la tropa frente la posibilidad de un golpe militar. Así lo registraron los espías colombianos en sus informes: “Con relación a Juan Guaidó, al interior de las Fuerzas Armadas la oficialidad incluso de alto grado, piensan que muchos no se han atrevido a dar el paso, debido a que no han visto una acción contundente por parte de Juan Guaidó, quien se ha limitado a dar fechas donde no ocurre nada, por lo que antes de ser encarcelados por tomar una acción que no conduzca a nada, prefieren no actuar”, dice el reporte y agrega: “de haber una acción determinante cerca de 6 de cada 10 generales la apoyarían, esto teniendo en cuenta que son más los descontentos que los conformes, explicando que en Venezuela existen más de 2000 generales, de los cuales solo 50 tienen acceso a los cargos de importancia, los otros 1950 se encuentran ocupando cargos de oficiales subalternos”.
En abril de 2019, la inteligencia colombiana tambien accedió a varias fotos que tomó su fuente al interior de las Fuerzas Armadas Venezolanas. Con ellas, los espías reseñaron la presencia de militares de Rusia en territorio venezolano. Así quedó registrado en su informe: “empleando prendas de uso privativo de la FANB, se encuentran entrenando a militares venezolanos en el empleo del UAV Orlán-10E multipropósito, para el fortalecimiento de las capacidades en inteligencia aeroespacial”.
Los agentes colombianos tuvieron alcances insospechados y perfilaron a políticos asentados en Caracas. Tenían fuentes técnicas con acceso a información privilegiada del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) por medio de las cuales lograron perfilar, por ejemplo, a Jimmy Ángel Gudiño militante del PSUV, concejal del Cabildo Metropolitano de Caracas e integrante de la milicia nacional bolivariana. Los agentes colombianos lo reseñaron como el encargado de organizar las marchas “en apoyo al régimen de Nicolas Maduro” y promotor en redes sociales de la difusión del pensamiento “Revolucionario comunal como base de la Revolución Bolivariana”, se lee en el documento de inteligencia de mayo de 2019.
La provocación de Trump
El 10 de mayo de 2019 la Armada Bolivariana emitió una alerta al alto mando militar venezolano debido a la detección al norte de La Guaira del buque USS CG JAMES, perteneciente al servicio de Guardacostas de los Estados Unidos, cerca de aguas terrotoriales venezolanas. Tras el hecho, el patrullero oceánico venezolano PO-13 Yekuana zarpó del puerto de La Guaira con la misión de efectuar interdicción, proclama, escolta e identificación de intenciones del USS GC James. “No tenían instrucciones de efectuar acciones hostiles, solo acciones disuasivas y cualquier cambio de orden debía provenir del Comando Estratégico Operacional de la FANB”, dice el informe de la inteligencia colombiana. También zarpó desde Isla Margarita el patrullero oceánico Kariña con el objetivo de apoyar a Yekuana. Los aviones Sukhonis-30 estuvieron en alistamiento a la espera de recibir la orden de decolaje.
Sin embargo, la fuente le confirmó a los espías colombianos que eso solo ocurriría en caso de que el buque James cruzara el límite de las 12 millas “consideradas por el derecho marítimo internacional como mar territorial”. Los buques Yekuana y Kariña cada uno estaban artillados con un cañón de 76 milímetros en proa cuyo alcance es de 10 kilómetros. “Efectuándosele llamada por radio marítimo respondiendo en español que se encontraba realizando patrullaje en aguas internacionales y operaciones de aplicación de ley en la mar, para lo cual se informó que no estaba autorizado y que se encontraba navegando en espacios marítimos de la República Bolivariana de Venezuela, invitándosele a salir de aguas jurisdiccionales, pero no hubo respuesta al mensaje”, dice el documento clasificado del Comando de Guardacostas de Venezuela al que accedió la inteligencia colombiana.
Cuatro días después, los sistemas de exploración de la Defensa Aeroespacial Integral Venezolana detectaron la presencia de un avión EP-3 de Estados Unidos. Según le comunicó una de las fuentes a la inteligencia colombiana, “la aeronave ingresó sin efectuar reporte con las dependencias de tránsito aéreo venezolano, por lo que fue considerada como un riesgo operacional para la circulación de las aeronaves bajo responsabilidad del Centro de Control de Maiquetía; ante esta situación, fue activada la alerta y dada la orden para que las aeronaves Caza de la FANB decolaran con dirección al norte de isla Los Roques efectuando una Patrulla Aérea de Combate con la intención de acompañar e identificar de manera visual a la aeronave EP-3”. Dicha aeronave al detectar la presencia de los aviones caza de la FANB salió del espacio aéreo de Maiquetía y retornó a su base de origen en Guantánamo. Cerca de 24 sobrevuelos de estas características fueron detectados por los radares venezolanos en 2019.
La inteligencia colombiana también accedió a códigos militares de comunicación y, el 19 de junio de 2019, a través de la que denominaron Operación “Venganza”, los espías colombianos se propusieron acceder al servidor del Ministerio de Poder Popular para la Defensa. Para entonces, lograron acceder y escanear el correo electrónico de ese ministerio y proyectaron penetrar el mail de tres mandos militares: el jefe de Logística de la Defensa Aeroespacial de Venezuela, Carlos Antonio Seijas García; el comandante de la defensa Aeroespacial Integral, Juan Manuel Teixeira Dias y el director de la Aviación Militar Bolivariana, José Luis Tremont Jiménez.
Otro de los planes de desestabilización se ejecutó en el estado de Apure con el objetivo de “influir en el Ejercito Bolivariano para que adelantara operaciones militares contra el ELN”. Para este objetivo, los espías colombianos se propusieron elaborar panfletos y audios del ELN apócrifos ordenando realizar “ajustes de cuentas” en contra de las Fuerzas Armadas venezolanas. El documento de inteligencia tambien agrega la foto de un panfleto original del ELN de 2015 el cual sería tomado como ejemplo para elaborar el ficticio.
Un chivo expiatorio
Uno de los primeros documentos con los que inicia esta operación de espionaje deja claro que una fuente humana señaló a Carlos Manuel Pino, agregado de prensa de la embajada venezolana, como un blanco de alto valor por tratarse, supuestamente, de un integrante del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN).
Esta fuente humana fue la que tomó las fotografías del interior de la Embajada de Cuba reveladas en la primera edición de la revista RAYA, y en este caso hizo el mismo trabajo en la Embajada de Venezuela, siempre bajo la fachada de fotoperiodista con la que desde 2010 venía colaborando con el desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Su nombre dentro de la operación fue “Nicolás”, pero dentro de los documentos del espionaje a Venezuela lo registraron como Gabriel Antonio Cruz, periodista y fotógrafo del periódico Mundo Diplomático, un medio especializado y poco conocido.
La información suministrada por “Nicolás” fue la base para generar la primera orden de penetrar el sistema informático de Pino sin que mediara una orden judicial. A partir de ahí los espías colombianos activaron toda una red de espionaje alrededor de su vida cotidiana y la de su esposa, la política de izquierda Gloria Flórez, incluso hasta llegar al punto de perfilar a su hijo menor de edad. Durante cuatro años todos fueron blanco de persecuciones, infiltraciones e interceptaciones ilegales.
Para febrero de 2017, Carlos Pino ya estaba totalmente infiltrado. Los espías colombianos tenían en sus carpetas todos los detalles de su lugar de residencia en el barrio La Soledad, en el centro de Bogotá.
“Nicolás”, bajo su rol de fotógrafo, lo buscó en varias oportunidades para grabarlo subrepticiamente mientras le preguntaba su opinión sobre noticias políticas y le ofrecía venderle celulares. En las cinco conversaciones registradas en poder de esta revista las conversaciones no aportan pruebas que involucren a Pino con actividades de espionaje. En ese mismo mes, los espías colombianos ya tenían en su poder una copia completa de lo que contenía el celular de Pino: fotografías de sus reuniones familiares en las que aparecen su suegra, su esposa Gloria Flórez, su hijo y los familiares de la hoy senadora. Ahí tampoco aparecen pruebas de lo que se lo ha acusado.
Varias de estas fotografías luego fueron utilizadas por los espías colombianos para reseñar los contactos políticos de la hoy congresista Flórez, entre los que se destacan el senador Iván Cepeda, el líder político Jaime Dussán y la senadora Piedad Córdoba. Todos incluidos dentro de los organigramas en los que la inteligencia colombiana los relacionaba con una supuesta red transnacional que pretendía desestabilizar a Colombia. No obstante, las evidencias a las que tuvo acceso esta revista tampoco revelaron que esto fuera cierto.
Durante el 2017 los seguimientos y perfilamientos se intensificaron a raíz de las protestas en Bogotá de la oposición venezolana en contra del gobierno de Nicolás Maduro, las cuales se realizaron frente a las embajadas de Venezuela y Cuba. En estas ocasiones Carlos Pino, Gloria Flórez, su hijo y otros funcionarios y diplomáticos cubanos y venezolanos respondían con arengas y pancartas a favor de estos dos países. Los documentos de inteligencia describen estas acciones como actos de espionaje contra la oposición.
El 2 de agosto de 2018, cinco días antes de la posesión de Iván Duque como presidente, un sector de la oposición venezolana refugiado en Bogotá, que incluía a la fiscal Luisa Ortega y al Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela en el exilio, hizo un evento público en el Congreso de Colombia para hacer un juicio por corrupción contra el presidente Maduro. Este evento fue aprovechado por “Nicolás” para tomar fotografías y videos que envió a Pino a su celular desde donde fueron extraídas por los espías colombianos para continuar insistiendo en que Pino estaba persiguiendo y fotografiando a la oposición venezolana en Bogotá. Cuatro meses más tarde estas fotos fueron expuestas en documentos y presentaciones internas de la inteligencia colombiana y de Migración Colombia para justificar la expulsión del diplomático del país el jueves 20 de diciembre del 2018.
Pino se encontraba en una despedida de fin de año en el barrio Teusaquillo de Bogotá cuando fue arrestado por policías de tránsito por haber dejado su camioneta mal parqueada. Al ser ciudadano venezolano los policías llamaron a Migración Colombia que se lo llevó sin dar más explicaciones a su familia. En ese momento Pino no era diplomático y residía en Colombia desde hacía 19 años de manera legal. “Soy el primer ciudadano que es expulsado de un país porque la camioneta estaba mal estacionada”, le dijo hoy Pino desde Caracas a la revista RAYA.
El fiscal Néstor Humberto Martínez dijo que su entidad llevaba desde hacía más de seis meses una investigación penal contra Carlos Pino por “actividades que atentan contra el orden público nacional” y supuestos “seguimientos legales o ilegales a ciudadanos venezolanos como en el caso de la fiscal venezolana Luisa Ortega”. En conversación con este medio, Pino dijo que la Fiscalía colombiana le certificó que no hay ninguna investigación en curso en su contra.
Aun estando fuera de Colombia, durante 2019 Pino continuó siendo incluido en los análisis y perfilamientos de los espías colombianos, siendo señalado, sin pruebas, de ejecutar un direccionamiento político e ideológico desde territorio venezolano.
Operación Ocaso contra el consulado de Cartagena
Uno de los operativos más minuciosos que reposan en los documentos de espionaje contra Venezuela es el denominado “Operación Ocaso”, dentro del que se encontraba la “Operación Cleopatra” contra la cónsul Ayskel Carolina Torres de García, quien era calificada por la inteligencia colombiana como “informante del DGCIM” (Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela). En uno de los documentos de la operación la cónsul aparece en el medio de un cuadro sinóptico que describe un plan para desacreditarla y reclutarla con chantajes. La diapósitiva donde aparece el plan describe etapas de “Asedio”, “Fractura emocional”, “Deslegitimación” y “Ablandamiento”, estas últimas dos con el apelativo “Operación de O.D.I.O”.
La cónsul Ayskel venía siendo perseguida y perfilada desde julio de 2017. En una de esas ocasiones fue fotografiada junto con funcionarios del consulado en un restaurante de Bocagrande y en otra con un hombre que según los agentes sería su padre.
A principios de 2018 la consul nuevamente fue perfilada junto con líderes sociales de Cartagena, tales como Alberto Bermúdez Roa del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice); Daniel Quiroz, coordinador de la Juventud Comunista de Colombia y Simón Ashook, del movimiento político Marcha Patriótica. Todos estos líderes son señalados en los documentos de recibir direccionamiento ideológico de los cónsules venezolanos de Cartagena y Bucaramanga.
La otra operación que se desarrolló en Cartagena fue la denominada “Eros” que tenía como protagonista a una agregada militar de Venezuela, quien venía siendo perseguida y perfilada desde mayo de 2017. Según muestran los documentos de inteligencia, la diplomática estaba en una relación sentimental con un hombre casado que era agregado militar de un país caribeño. Esta información fue utilizada por los espías colombianos para chantajear e intentar forzar a la pareja a entrar a hacer parte de su lista de cooperantes. Según la fuente que le entregó está información a la revista RAYA, el agregado antillano sucumbió al chantaje pero la venezolana no.
La presión para cooptar a la agregada militar se intensificó a partir del 3 de julio de 2018 cuando ella viajó a Bogotá, donde le perfilaron un apartamento y siguieron cada uno de los encuentros que sostuvo con el agregado caribeño. El domingo 8 de julio, según la línea de tiempo de la inteligencia colombiana, el agregado “abordó” a la venezolana, que en lenguaje de espías significa que le propuso cooperar con los colombianos. Las fuentes de información que entregaron los documentos a esta revista agregaron que al día siguiente un espía colombiano, utilizando una falsa identidad como agente de la DEA y bajo una operación de falsa bandera, la abordó para terminar de persuadirla de convertirse en informante. No obstante, según la línea de tiempo y las fotografías de sus movimientos, ella salió de Colombia hacia Caracas ante la presión.
El nivel de espionaje contra la agregada militar llegó a tal punto que fue perseguida y perfilada desde el aeropuerto El Dorado de Bogotá hasta el Simón Bolívar de Caracas. Luego, su vivienda, ubicada en el municipio de Carrizal, estado de Miranda, también fue perfilada y enlistada dentro de los objetivos que seguían teniendo los espías colombianos.
La operación “Ocaso” se terminaría de ejecutar en Cartagena luego del 23 de febrero del 2019, cuando el presidente Maduro anunció el rompimiento definitivo de relaciones con Colombia. Dos diplomáticos del consulado de esa ciudad intercambiaron mensajes sobre cómo proteger la información que reposaba en la oficina principal, incluido el dinero y los documentos más sensibles que fueron guardados en una caja fuerte. Los espías colombianos tuvieron acceso a dichos chats y, días después de la salida de todo el cuerpo diplomático venezolano de Colombia, ejecutaron la operación “Ades”. Esta consistió en obtener una llave de la chapa del consulado para fotografiar cada rincón de dicha oficina y luego acceder a la caja fuerte para robarse los documentos y el dinero.
*La revista RAYA conoce claramente el nombre de la fuerza estatal donde operaba el organismo de inteligencia que desarrolló las operaciones de espionaje. No obstante, se abstiene de revelar el nombre por protección a las fuentes.
*Con colaboración de David Alejandro Guarín Barrero e Isabel Caballero Samper.