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¿Cómo les va a los venezolanos en Colombia con el coronavirus?

por Saverio Vivas

Bogotá 3 de abril de 2020.- Los venezolanos en Colombia son por mucho, la mayor población de extranjeros del país. De acuerdo a datos de Migración Colombia, para agosto de 2019, había más de 1.408.055 venezolanos en el país, de los cuales, muchos son pertenecientes a los grupos que en Colombia definen como población afrodescendiente, comunidades indígenas, y retornados colombianos.

La población de venezolanos en Colombia, está dividida además en dos grandes grupos: Los migrantes y los refugiados. Y en cada uno de estos casos, hay subgrupos que de acuerdo a la manera en que la sociedad colombiana estratifica a sus integrantes, podrían repartirse entre los 6 estratos socioeconómicos como lo hacen los colombianos.

Migrantes es una cosa, refugiados otra…

La mayoría de los venezolanos en Colombia, son Migrantes. Personas que voluntariamente decidieron abandonar Venezuela para establecerse en el país por diferentes razones. En el caso de los Migrantes, la salida de Venezuela, y llegada a Colombia, fue planificada: De modo que, en el caso de ellos, el riesgo de hambruna por falta de ingresos, es bajo.

Pero no ocurre lo mismo con los Refugiados (formales, tramitántes de refugio, o “desplazados venezolanos en el extranjero” – Este último es un término acuñado por ACNUR para referirse a los desplazados que esa organización reconoce como Refugiados, más no así el estado colombiano -). En el caso de los refugiados formales o tramitántes de refugio, la salida ha sido forzada por el riesgo creíble de perder la vida; y en el de «los desplazados venezolanos en el extranjero» (que ya explicamos que también son refugiados), por estar huyendo de una violación masiva de derechos humanos en Venezuela.

Los más vulnerables son los refugiados

La no elección de los refugiados, les ha llevado a adaptarse a lo que hay, o lo que se les permite tener. Por esa razón, todo refugiado venezolano en Colombia valora la posibilidad de trabajar, pues eso le permite obtener recursos para comida y alojamiento o arriendo (como se dice en Colombia).

Pero en este subgrupo de refugiados que trabajan, hay también varios estratos. Unos pueden ganarse la vida sin mayores inconvenientes y tienen donde vivir. Pero otros han visto el vital empleo para la sobrevivencia, detenido por la prohibición nacional de violar la cuarentena contra el covid-19.

Es así como muchos de los venezolanos refugiados (formales, tramitántes de refugio, o categorizados como desplazados venezolanos en el extranjero – para no comprometer al estado colombiano- ) al tener suspendida la posibilidad de trabajar, se han quedado sin la posibilidad de obtener ingresos para comprar comida; y ahora peor aún, sin siquiera la posibilidad de pagar el arriendo diario de 6 mil pesos para poder entrar a las habitaciones que ciertos personajes en Colombia les alquilan. Es a este grupo al que llaman los pagadiarios. Y entre ellos hay también colombianos, y retornados colombianos en situación de gran vulnerabilidad.

También hay desplazados colombianos

Este último dato, es un detalle que pocos conocen. Generalmente, con los refugiados “desplazados venezolanos en el extranjero”, hay desplazados internos colombianos, que han tenido que huir de zonas donde la guerra civil no declarada de Colombia, nunca se ha detenido, pese a los acuerdos de paz. Muchos de esos desplazados colombianos, también reciben las “mieles” de los recursos que la buena voluntad de Canadá, Estados Unidos, la Unión Europea, y Japón, han estado enviando a Colombia, por causa de la campaña mediática que se desarrolla alrededor de la crisis en Venezuela.

Como es natural, estos dos grupos, están en lo más bajo de la estratificada sociedad colombiana; Y sufren por igual, la ausencia de voces que les defiendan. Por esa razón, fue tan fácil para un grupo de arrendadores de Bogotá, el echarlos a las calles junto a otras personas económicamente vulnerables. Solo en la zona de Santa Fe, la cifra fue de más de 1200 personas; y de acuerdo a la alcaldía de Bogotá, el 80% son venezolanos.

Las palabras de la alcaldesa

Sobre ellos, la alcaldesa de Bogotá en uno de sus discursos recientes, dijo que su alcaldía tenia años utilizando impuestos de los bogotanos para dar “nacimiento, jardín, escuela, salud y alimentación para los migrantes venezolanos”, así que ahora no les va a pagar el arriendo.

En esos términos, inmediatamente la sociedad colombiana de los estratos más bajos, se puso en alarma preguntando: «¿Cómo hay recursos para pagarle todo eso a los venezolanos y no hay para los nacionales colombianos?». En los términos planteados por la alcaldesa bogotana, la pregunta es pertinente. Y la respuesta aclaratoria es: «No se está ayudando a los migrantes venezolanos; Las ayudas son para refugiados (venezolanos o colombianos); Claro que hay recursos para los colombianos desplazados; y los recursos utilizados son aportados por otros países, no por los contribuyentes de Colombia.

Los recursos para los refugiados y desplazados venezolanos en Colombia, protegen también: a los colombianos que están desplazados por el conflicto armado interno colombiano, y a los retornados colombianos que vienen de vivir durante años en Venezuela, y que ahora son tratados como extranjeros en su propia tierra.

Lo anterior es bueno precisarlo, para no generar xenofobia hacia los venezolanos y retornados colombianos. Los recursos que utilizan las alcaldías colombianas para atender a está población, no son de impuestos municipales, ni departamentales, ni nacionales. Esos recursos son parte de más de 950 millones de dólares estadounidenses que desde 2016 ha estado recibiendo el estado colombiano; para atender a los refugiados y desplazados en Colombia (incluidos a los retornados colombianos).

Xenofobia o Aporofobia

Es difícil que los colombianos desarrollen sentimientos de xenofobia hacia los venezolanos, porque es difícil encontrar a un colombiano que no tenga familiares en Venezuela. Lo que es altamente probable es que ocurra una escalada de aporofobia; Es decir, una escalada de rechazo a los pobres venezolanos por supuestamente estar pidiendo «que les paguen el arriendo»; luego de que les pagan «escuela, salud, alimentos, les ayudan a parir y les pagan el jardín a los niños».  Pero como veremos a continuación mediante testimonios de personas pobres en condición de refugiados, esta afirmación está alejada de la realidad.

María Duque, caraqueña en Medellín.

A mí nadie me paga nada. Yo tengo que vender café para pagarme todo. Me levanto a las 3 de la mañana para preparar todo. Y pago el alquiler con lo que he ahorrado. Me vine de Venezuela luego que el Faes mató a mi esposo. Buscaban a mi hijo por protestar en Altamira.

Carlos Villamizar, Güaireño en Bogotá.

Yo tuve que venir a Colombia, porque me sacaron de mi casa en Cátia la Mar. Vivía en un urbanismo de la misión vivienda, y como un día reclamé en nombre de la comunidad por el robo de las bolsas del Clap, entonces me sacaron del apartamento con mi esposa e hija. Y como me enfrenté, me amenazaron de muerte. En Colombia soy mecánico, y me alcanza para vivir. Pero la cuarentena ha complicado nuestra situación. La alcaldía de Bogotá, no me paga salud, porque yo uso Sisben. Ni me paga escuela, porque mi hija va a una gratis financiada por el gobierno nacional. Agradezco la vida a Colombia, pero las cosas hay que decirlas como son.

Ayudar a migrantes afecta a los refugiados

Dalila Torres, valenciana en Cúcuta.

Yo vendo pasteles cerca de la terminal el salitre. He sabido que hay gente que recibe bolsas de comida por ser venezolana. Pero si me lo preguntas, dudo que muchos de ellos sean refugiados venezolanos. En Venezuela había más de 5 millones de colombianos a los que Chávez les dio cedula de identidad y nacionalidad, para que defendieran su revolución. La mayoría de esos colombianos, cuando la cosa se puso fea, se vinieron a Colombia. Tiene las dos nacionalidades.

Son esos los que generalmente reciben esas bolsas de comida, y es a ellos a los que les dan ayudas para alimentación. A personas como yo, no nos llegan esas ayudas, porque recuerda que aquí no tenemos voz. Y si pedimos, nos llaman mantenidos. La cuarentena me ha descuadrado todo. Estoy comiendo solo arepas con mantequilla. Así que no me gusta que digan que alguien me está dando comida de los impuestos de los colombianos.

Un refugiado pagadiario

Jorge Morales, valenciano en Bogotá.

Yo tenía que venirme a Colombia, o terminarían matando a toda mi familia. Mi pecado fue protestar en las calles de Caracas. Luego que asesinaron a varios de mis compañeros del barrio, mi mamá vendió su máquina de coser y me montó en un autobús a Cúcuta. De allí caminé y pedí colas hasta Bogotá. Le digo esto, para que entienda que soy refugiado. No estoy aquí por gusto. Viví en refugios, y cuando pude comenzar a trabajar como mesonero, logré pagar arriendo con unos compañeros.

La cuarentena nos obligó a dejar la habitación donde estábamos, porque uno se fue a Brasil. De allí nos fuimos a una habitación pagadiario, y la semana pasada, nos sacaron a la calle. Yo tenía como pagar, pero a mí y a otros nos echaron por ser solidarios con los que no tenían como hacerlo. “Vaya a reclamarle a Maduro” me dijo el arrendador cuando le expliqué que esas personas están en riesgo. Había familias enteras. Gente de todo tipo.

«¿Ayudas de la alcaldía?» ¿Cuáles? Seguro hay ayudas, pero esas son para los vivos. Si usted es colombiano con cédula venezolana, fácilmente se inventa un cuento, y listo. Entonces recibirá ayudas, quitándole la posibilidad a un verdadero refugiado. Los verdaderamente necesitados no tienen acceso a eso. Es como en Venezuela con las mafias de los colectivos. Aquí también venden los cupos para recibir ayudas. El coronavirus no nos está matando, nos va a matar la cuarentena. Y sobre las ayudas, que se las den a los que están peor que yo.

Maria, Carlos, Dalila y Jorge, tiene algo en común, son venezolanos Refugiados en Colombia, no son Migrantes. Ellos llegaron forzosamente a Colombia; pero ahora aman ese país, por haberles permitido iniciar una nueva vida.

Saverio Vivas es corresponsal de PDC en Colombia

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