Bogotá, 18 de mayo de 2020.- La Autoridad Nacional de Licencias Ambientales de Colombia –ANLA, suspendió una audiencia virtual decisiva para retomar la destrucción de campos de cultivos ilícitos con el herbicida llamado glifosato.
En la audiencia pública suspendida, la ANLA revisaría el plan de la Policía de Colombia para retomar las aspersiones aéreas con el herbicida. Pero un grupo de campesinos de Nariño interpusieron una tutela y lograron que se ordene suspender la audiencia hasta que se les garantice participación.
¿Qué es esto del glifosato?
Incluso los colombianos desconocen este tema. “La mayoría de los ciudadanos prefieren no tocar el asunto, porque francamente es mejor no meterse en un problema que claramente no parece que el estado quiera realmente resolver”, explicó al equipo de PDC, un especialista ambientalista colombiano, que increíblemente rechazó que se publicara su nombre.
¿Por qué tanto temor por el asunto?
El glifosato (N-fosfonometilglicina, C3H8NO5P, CAS 1071-83-6) es un herbicida de amplio espectro, altamente eficaz para destruir cultivos ilícitos; (Entiéndase hojas de coca, en el caso de Colombia). Desde que se comenzó a usar hace más de una década en Colombia, se inició una extraña batalla judicial «de piedra papel o tijera»; donde los campesinos pobres poseedores de campos de coca, comenzaron a demandar a la Policía y ejército colombiano; por utilizar un veneno (con aparente potencial cancerígeno), para destruir las plantas que producen el veneno que mata a millones (de jóvenes en el mundo con la enfermedad de la narcodependencia).
El argumento, para detener las fumigaciones, es que el mencionado herbicida es cancerígeno; y por tanto, si la policía quiere destruir los campos de coca, debe hacerlo manualmente y sin el uso de químicos que dañen el ambiente.
Así, la sociedad colombiana vive rodeada por una campaña que dice «no al glifosato”; y quien no entiende el tema, generalmente dice, “claro, hay que proteger el ambiente”. Y hay 231 demandas en contra de la Nación por el uso de ese herbicida. Pero el tema no es tan sencillo.
Datos poco visibles
Un detalle que se suele omitir en el debate sobre «Si o no usar glifosato, para destruir cultivos ilícitos», es que; De acuerdo con el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA); productos como palma, algodón, maíz, caña de azúcar, tomate, arroz, y hasta los potreros para criar vacas en Colombia; son tratados en mayor escala con alguno de los 93 pesticidas que tienen glifosato como ingrediente activo. Ademas, es un hecho que glifosato sigue siendo Herbicida el más utilizado, no solo en Colombia, sino en el mundo; por su efectividad para combatir malezas y plagas, a partir de la mezcla con otros insecticidas.
Reflexiones del ambientalista
«Lo principal que hay que decir, es que nadie quiere hablar abiertamente del tema. Y las razones son lógicas. Claramente hay intereses siniestros por impedir que la policía y el ejército de Colombia destruyan cultivos ilícitos. En este oscuro tema, la ecología, y el ambiente, son solo escusas para entorpecer la erradicación de cultivos. Las autoridades colombianas no deberían tener dificultades para hacer prevalecer el sentido común; que dicta que es mejor destruir los cultivos ilícitos con glifosato, que dejar que cada año haya millones de toneladas de droga saliendo de Colombia hacia todo el mundo. Pero ocurre, y se retrasan audiencias, se dictan medidas de erradicación manual; y se juega a hacer cada día más lento e ineficaz el esfuerzo por erradicar cultivos ilícitos.»
¿Cuál es el problema con la erradicación manual?
«El problema con la erradicación de cultivos ilícitos de forma manual, es el mismo que el de erradicar cucarachas en una casa infestada de esos bichos, en vez de utilizar una fumigación química. Usted puede pisar con su zapato a 10 cucarachas, pero mientras lo hace, 50 más están reproduciéndose. En consecuencia, según un informe de la ONU, actualmente hay más hectáreas de cultivos ilícitos que cuando gobernaba Álvaro Uribe. Los grupos organizados para frenar judicialmente a la policía y ejército de Colombia en su tarea de erradicación, han logrado frenar y detener esa tarea con juegos judiciales. Todos en Colombia lo saben, pero pocos se atreven a decirlo.»
La otra cara de la moneda
Preguntando sobre el tema, pudimos conversar con campesinos del Catatumbo colombiano. Uno de ellos nos brindó este reflexivo polémico pero muy interesante testimonio. Lo presentamos para que sea usted quien construya su propia opinión.
“Hay zonas de Colombia donde no hay presencia del estado colombiano. No hay trasporte público, no hay servicios, no hay medios productivos, no hay médicos, y no hay ni escuelas. A esos sitios suele llegar gente que ofrece semillas de cultivos ilícitos a los campesinos al borde de la hambruna. ¿Y qué haría usted?… Pues siembra coca para no morirse de hambre».
«Si usted intenta vender plátanos, mangos, carne, u otro producto legal, como no hay transporte, solo puede vender su producto a un lado de una carretera donde no pasa nadie. Así que se va a morir de hambre, mientras gente poderosa desde Bogotá, paga a unos para que nos ofrezcan semilla de cultivos ilegales».
«Y es allí donde uno se decide. Al ver que los que te ofrecen semillas de cultivos ilícitos; trabajan para gente poderosa que tiene hasta laboratorios de coca en los patios de sus casas; entonces uno entiende que los campesinos solo somos pequeños peones desechables en un juego más grande».
«Si el gobierno de Colombia quiere realmente que dejemos de cultivar coca, entonces ¿por qué no toma estas regiones y acaba definitivamente con los grupos que impiden que haya trasporte que nos permita llevar nuestros productos a los mercados? ¿Qué le impide al ejército, ocupar todo el Catatumbo? ¿Por qué solo mandan a 3 mil soldados a una región con varios millones? Yo creo que no hay un interés real en tomar el control de estas regiones. Así que mientras no vea una toma efectiva del territorio, no puedo dejar de sembrar lo que Estados Unidos no quiere que yo siembre.”
Conclusiones
Realmente, el tema del glifosato es complejo. El sentido común dicta que quien produce «un veneno (cocaína) que causa el cáncer social que mata a la juventud de Colombia y el mundo»; no puede argumentar que «el veneno que le echaron a su campo de veneno (coca) es cancerígeno». Y tampoco debería ser válido que un productor de coca alegue que no tiene otra forma de ganarse la vida; pues entonces habría que dejar de perseguir y encarcelar a los vendedores de drogas en los barrios de Latinoamérica; porque «esos vendedores no tienen otra forma de ganarse la vida, pues vender plátanos en vez de bolsitas de crack, no es rentable».
Este reportaje de Saverio Vivas, solo puede ser reproducido dando crédito a la agencia Punto de Corte.
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