Bogotá 19 de marzo de 2020.- Gran disgusto en la población colombiana está causando la constante violación del cierre de fronteras por parte de ciudadanos venezolanos que van y vienen libremente por trochas entre los dos países. La situación está caldeando los ánimos, y en muchos casos, la paciencia colombiana para los hermanos venezolanos que sufren la crisis humanitaria compleja de Venezuela, se está trasformando en expresiones de rechazo general a la migración que llega de ese país.
Del caos de Maicao al Catatumbo
En la Guajira colombiana, pareciera que el cierre no existe; en el punto de control de Paraguachón, y otros similares de la región, las autoridades colombianas impiden el paso de Venezuela a Colombia, pero a pocos metros la gente circula con descarada libertad. Y es que en esta región no hay límites geográficos como ríos que separen a los dos países. Cualquier lugar en la kilométrica frontera imaginaria, es sitio para cruzar.
Más al sur, en el Catatumbo, la movilidad es menor, porque no hay grandes vías de comunicación, pero tampoco hay mucha autoridad que limite el paso.
Ya en Boca de Grita, frente a Puerto Santander en el municipio colombiano de Cúcuta, las cosas cambian. Aunque en el puente que separa ambas poblaciones se respeta el cierre de fronteras, el cruce por el río es sencillo gracias a numerosas canoas que se ofrecen como servicio de transporte. Por allí constantemente, cruzan cientos de personas con mercancías. La policía de Colombia procura detener esta actividad, pero solo logra que cambien el punto de embarque y desembarque.
De Cúcuta a los llanos
Siguiendo el recorrido fronterizo, ya en la ciudad de Cúcuta, entre Ureña en Venezuela y el sector El Escobal del lado colombiano, el paso por el puente permanece cerrado, pero las trochas cercanas tienen gran movilidad; mayormente de venezolanos que en la mañana cruzan a Colombia para hacer compras, y en la tarde vuelven con mercancía.
La situación se repite alrededor del puente internacional Simón Bolívar entre San Antonio del Táchira y Villa del Rosario en Colombia. En esta área, la policía y el ejército realizan operativos para frenar el paso por las trochas, pero se han visto ampliamente superados.
De Arauca en adelante, grandes ríos y puentes cerrados facilitan el trabajo para las autoridades de Colombia. En estas regiones, el cierre es roto por embarcaciones fluviales. Allí al parecer, el control es mucho más efectivo, y hay denuncias de malos tratos por parte del ejército de Colombia que frecuentemente intercepta a embarcaciones que intenta romper el cierre.
A pesar de eso, la cobertura de los militares y policías colombianos es insuficiente para cubrir kilómetros de ríos.
Paciencia el límite
Donde la tolerancia parece estar agotándose es el área de Cúcuta. Allí numerosas voces se están alzando ante la descarada violación del cierre de fronteras. Al llegar al área de “La Parada” adyacente al puente binacional Simón Bolívar, personas se ofrecen como cargadores para cruzar por trochas a Venezuela. Y aunque la policía ha instalado retenes en muchas, y cerrado otras, constantemente los cargadores de mercancías, se inventan nuevos pasos.
“El problema se agrava porque del lado de Venezuela, no hay autoridad que lo impida. Es más, a mí me parece que son los guardias de Venezuela los que están organizando esos nuevos pasos. Así, por más que la policía de Colombia lo intente, es imposible”. Dijo a PDC un vecino de Villa del Rosario.
Por otra parte, la alcaldía de Villa del rosario está recibiendo duras críticas porque no ha solucionado el problema de los improvisados asentamientos marginales creados por venezolanos. En esos lugares, viven hacinadas personas que generalmente son las que ejercen de transportadores de mercancías y guías de trochas.
Riesgo de Xenofobia
Para Luis Díaz venezolano residente en Cúcuta, esta situación terminará por generar un sentimiento de xenofobia contra los venezolanos, por culpa de otros venezolanos insensible ante el daño que causan.
Sabemos que ellos tienen la necesidad de ganarse la vida, pero al resolver sus problemas, nos están causando un mal a todos. La insolidaridad de ellos, para todos los habitantes de la región, tanto colombianos como venezolanos, es gigantesca.
Para muchos colombianos, la situación ya se ha convertido en una burla a la buena fe de Colombia. “A pesar del decreto de cierre, y de la policía que les dice que no pasen, siguen entrando a Colombia, sin que nada les importen las leyes o salud de los colombianos. Y después que compran productos para revender en Venezuela, exigen que les den paso por el puente internacional como medida humanitaria”.
Hoy en alcalde de Villa del Rosario, en declaraciones para la Caracol noticias, mostró que el tradicional tono de solidaridad está cambiando. Él informó que ya están evaluando medidas más duras para impedir el cruce masivo de venezolanos.
G S Vivas es corresponsal de PDC en Colombia.
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