Por Jesús Alfredo Contreras Mendoza, direccionamiento estratégico, Consornoc
San José de Cúcuta, septiembre 25 e 2021. – La construcción de paz es un reto que necesita aportes de diferentes actores. En algunas ocasiones esta labor recae sobre aquellos actores en conflicto, invitándoles al cese de hostilidades para no afectar a los demás; en otras, sobre quienes legislan en los escenarios donde se pueden construir directrices para vivir en armonía. En otras la tarea corresponde a las personas en lo cotidiano, en sus maneras de lograr vivir en condición de paz.
Son muchos los escritos que relatan los avances e impactos de los programas de desarrollo y paz en los territorios, destacando los cambios en las formas de transformar los conflictos, por sencillos que sean. Se ha disertado ampliamente sobre diferentes muestras de convivencia familiar, comunitaria y municipal.
De igual forma, se han resaltado para la construcción de paz la colaboración y los aportes realizados al sistema democrático desde el sentido participativo, y el papel de la economía, al satisfacer en cierta medida las necesidades humanas, cuando esto se hace en armonía con el medio ambiente.
En la región de Norte de Santander, cada una de estas dinámicas de cambio han sido el pilar del reto de construcción de paz emprendido hace más de dos décadas, y que en ocasiones se percibe etéreo frente a los complejos hechos que cada día enfrentan nuestros pobladores/as del Catatumbo, Arauca y la frontera colombo-venezolana.
Desde 1999, el Programa de Desarrollo y Paz – Corporación Nueva Sociedad de la Región Nororiental de Colombia, Consornoc, ha desarrollado un trabajo encaminado a la construcción de paz en esta región y la zona de frontera; una tarea que se hace posible en el diario vivir, gracias a los sueños y al trabajo de aquellas personas que participan en los procesos.
Son espacios en los cuales los equipos de trabajo y las comunidades han logrado comprender que el ‘hablar’ debe estar acompañado del ‘actuar’, para la buena implementación de los procesos, proyectos o intervenciones; cada uno con su toque especial de construcción de paz.
Ubicados en uno de los territorios más dinámicos de país, en Consornoc hemos logrado perdurar para servir, llegando a las poblaciones vulnerables y vulneradas del departamento, con propuestas que buscan mejorar las condiciones de vida del sector rural al proyectar caminos para sus jóvenes desde la productividad, la asociatividad y el arraigo a la tierra. También acompañamos a los pobladores/as del otro lado de la frontera que caminan tras un sueño de bienestar en nuestro territorio, como parte de la mayor migración del continente.
Consornoc, en su rol como facilitador, ha logrado articular los esfuerzos del Gobierno nacional, departamental y local, y de las entidades cooperantes, para mejorar las condiciones de vida, convivencia, gobernanza y participación de las y los pobladores.
Como obreros silenciosos, sin buscar reconocimientos, hemos participado junto con muchos otros aliados en el escenario de la construcción de paz de la región, y hemos podido darnos cuenta de que este anhelado estado no depende de grandes acciones sino de momentos pequeños. La impronta del PDP es convencernos desde el comienzo de los procesos, a quienes participamos, de que la paz es posible.
En cada proceso, proyecto, intervención o actividad donde el PDP Consornoc hace presencia, la construcción de paz logra un espacio y se hace realidad. Desde los mínimos edificamos los máximos, como una valiosa apuesta en un territorio que anhela paz. Este es el sentir de los asociados/as del PDP, con sus aportes desde la iglesia, la academia y los gremios, y desde las directivas, equipo humano, entidades aliadas, y, en especial, pobladoras y pobladores.